David Rossotto

David Rossotto

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Elementos del estilo de comunicación de Jesús

Jesús afirmó ser la verdad y esta fue un componente distintivo de su comunicación. Sin embargo, un elemento aún más interesante de su mensaje es que en ningún momento oculto sus emociones. El transmitió el mensaje de Dios sin perder u ocultar lo que sentía por las personas y por la obra de Dios.

Los evangelios abundan en relatos en los cuales Jesús demuestra su interés por las personas. Su empatía se evidencia en la manera en la cual el expresa sus emociones por medio de sus palabras, sin preocuparse en las críticas o comentarios.

En muchas oportunidades el demuestra compasión ante el sufrimiento, en especial ante la muerte. Cuando visita la tumba de su amigo Lázaro, el claramente esta conmovido (Juan 11: 38-44). La Biblia no registra muchas de sus palabras en este momento tan difícil para él, pero el hecho de que este conmovido a pesar de que sabía que venía con el propósito de levantarlo de entre los muertos es sorprendente. Él pudo sencillamente llegar alegre y despreocupado, ya que sabía de su poder sobre la muerte, pero no lo hizo así porque realmente se identificaba con el sufrimiento de sus familiares y amigos y porque realmente lo amaba a Lázaro. En una segunda oportunidad, él se encuentra con la procesión de una mujer viuda que se dirigía a enterrar a su hijo. Lucas relata: “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores” (Lc 7:13). Nuevamente Jesús tomo muy en serio el sufrimiento de la muerte y con compasión emitió esas palabras tan cortas y tan sabias. Su compasión también es evidente ante las multitudes, ante los ciegos a los cuales les devuelve la vista y tantos otros.

Jesús tampoco oculto su enojo y descontento con las cosas que no eran de su agrado. No dudo en confrontar a los fariseos al decirles: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Mt 12:34) Él también fue quien expulsó a los mercaderes del templo con látigos, recordándoles que la casa del Dios es casa de oración y no de negocios (Mr. 11:15-18). Jesús también se enoja por la dureza del corazón del pueblo al curar al hombre con la mano seca (Mr. 3:4-6). El enojo es un elemento del cual él hace uso para confrontar el pecado, la dureza del corazón y la hipocresía religiosa de su época.

Por último, cabe destacar que un distintivo del mensaje de Jesús es que era entregado en amor. Su amor es evidente aun para quienes jamás le conocimos en carne y hueso. Muchos son los que testifican del amor que Jesús les demostró. La mujer samaritana y pecadora experimento su amor junto al pozo de Siquem. Zaqueo experimentó su amor sobre un árbol. El ladrón de la cruz pudo comprender su amor momentos antes de morir y sus discípulos, aun quienes le traicionaron y negaron fueron testigos de su mirada sin prejuicios. Aun quienes le injuriaban y le clavaron en la cruz reconocieron que en su mirada no había venganza ni reproches, sino amor genuino.

Aplicación ministerial

En la actualidad, muchos obreros pretenden desconectar sus emociones de su ministerio, razón por la cual incurren en un error grave. El interés de Jesús en las personas a las cuales ministraba radicaba en que jamás separó sus sentimientos de su mensaje.

Su amor se demostró sin interés a todos cuantos escucharon sus enseñanzas. Esto no quita que cuando la situación ameritaba estar enojado y actuar en consecuencia, lo hacía sin problemas. Cuando era necesario ser compasivo o llorar con quienes estaban viviendo una situación difícil, lo hacía incondicionalmente. Juzgó con dureza a los hipócritas, trató con amor a quienes se reconocían pecadores y se entristeció y compadeció por la dureza del corazón humano.

Por un lado, están quienes sobre actúan ciertas emociones para llegar a su congregación. No puedo más que demostrar mi repudio a la hipocresía, tal como lo hacía el Señor.

Por otro lado, están quienes sostienen que la verdad de Dios debe ser comunicada con una lectura monótona y aburrida, ya que el mensaje es la Palabra de Dios y no la elocuencia del predicador. Tampoco considero que este sea un desarrollo coherente de la comunicación para el avance del reino de Dios.

Es necesario sincerarse con uno mismo. Ministrar en la obra de Dios con sinceridad. En los momentos que se requiere seriedad, dureza o enojo, estar dispuestos a pagar el precio de confrontar en favor de la verdad. Otras situaciones requieren del amor o la compasión de una madre. Hay momentos de la vida en las que solamente llorar con el que llora o gozarse con el que se goza será más que suficiente.

No es fácil mostrarse tal cual uno es, es un desafío. No es un camino para que transiten quienes quieran tener fama ministerial. Es simplemente una forma de actuar de acuerdo al ejemplo que hemos recibido del maestro por excelencia.