Breve comentario al libro de hebreos

Breve comentario al libro de hebreos

comentario libro hebreos

     La primera impresión del libro es el adelanto de lo que va a ser el contenido del mismo y que no es otro que dejar claro que Cristo es el Hijo de Dios, y el heredero de todo, que Jesús es el mismo Dios encarnado, las palabras y descripciones de él como “el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia” y “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”, no pueden pasar desapercibidas a nadie y menos a un destinatario judío. (1:3, RV60).

            El hecho de que el autor de Hebreos describa a Cristo como superior a los ángeles, a Moisés, que lo presente como “el gran sumo sacerdote”, por encima del sacerdocio de Melquisedec, no son más que ejemplos, en mi opinión, sabiamente buscados para dar a entender desde el punto de vista del creyente judío, que Jesús está no solo por encima de todo esto y es superior a todos ellos, sino que él es el mismo Dios. Las advertencias surgen de cada una de las comparaciones para indicar que si Dios obró de la forma que lo hizo en cada momento concreto de la historia del pueblo de Israel y que bien bendijo o maldijo a aquellas personas que hicieron su voluntad o desobedecieron, ahora no podía ser menos; Es más, el no tomar en cuenta a Cristo Jesús es no tomar en cuenta ya no a un mediador, como puede ser un ángel, como mensajero, o a Moisés como caudillo o líder al cual hay que seguir, o al mayor de los sacerdotes, como líder espiritual, sino es aún no tomar en cuenta al mismo Señor que envía a unos y a otros.

                        Me parece bien y oportuno el siguiente paralelismo que bien se puede hacer en Lucas 20:9-16 y en los paralelos sinópticos:

 Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo. Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. (Lc 20:9-12).

Hasta aquí se ve cierto paralelo en Hebreos: Dios ha hablado al hombre el cual ha puesto en responsabilidad sobre su creación y aún Dios ha enviado a sus siervos, desde ángeles hasta Moisés, profetas y sacerdotes; Pero el hombre no ha querido escuchar (hacer la voluntad) de su Señor, el mismo Dios.

 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto.  Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? (Lc 20:13-15)

El mismo Señor, Cristo Jesús fue enviado, pero no fue recibido, (Jn 1:11), “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.

 ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron:¡Dios nos libre! (Lc 20:15-16).

            Aquí se indica la advertencia  y el resultado de no seguir las indicaciones, en algunas partes de Hebreos lo indica como “no endurezcáis vuestros corazones” (3:8) y si así fuese, “no entrarán en mi reposo) (3:11) o como mejor lo indica en el capítulo 2, verso 3a, “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”.

            Por tanto, el único medio de salvación es prestar atención (no descuidar) esta salvación tan grande, y Hebreos lo expresa (bien entendida por el destinatario judío), como el mediador de un “nuevo pacto”; Existe en mi opinión un punto de inflexión en el autor de Hebreos, indicado por el “Ahora bien”, que vemos en 8:1, donde insiste en que tenemos, hablando de Jesús, “tal” sumo sacerdote, es decir un sacerdote, sin parangón: “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo precisamente es, que tenemos tal sumo sacerdote” (8:1a); Es más, compara que ese ministro no sólo ministra el tabernáculo, precursor del Templo, sino de “aquel verdadero tabernáculo” (8:2), es decir que los anteriores tabernáculos, y aún las personas que servían en él, no son más que “figura y sombra”, de los verdaderos, aquí se entiende “los celestiales” (8:5) para culminar que este verdadero sacrificio no es temporal sino único y suficiente para llevar los pecados de todos aquellos que creen (de muchos), revelando además la segunda venida de Cristo, “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (9:28).

            En el capítulo 10 aparece una advertencia radical y tajante, esta advertencia es parecida a las demás, pero ahora incrementada y absoluta, destinada a aquella persona que recibiendo el conocimiento de la verdad de estas cosas, (todas las anteriores), pero concretamente la revelación de Cristo Jesús y su obra salvífica, aún rechaza esta salvación tan grande y decide a sabiendas, desobedecer a Dios; Aquí ya no queda otra resultante sino la separación eterna de Dios, su juicio y la declaración de “adversario de Dios” (10:27). El autor de Hebreos emplea palabras tan duras como “pisotear al Hijo de Dios” que recuerda a Lucas 20:15, “le echaron fuera de la viña y le mataron”, o como dice en los correspondientes sinópticos de la misma forma, y aún en Mr 12:7, “Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.”, así advierte también el mismo texto de Lucas 20:43, “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.”. Hebreos lo expresa de forma más clara: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (10:31).

            El autor de Hebreos advierte severamente, pero también anima de la misma forma, parece que quiere ser claro pero amoroso a la vez, firme pero en amor, trayendo a la memoria de ellos, sus victorias pasadas en la adversidad; Si entonces vencieron, ahora también es posible, además recuerda que tales sufrimientos traerían “grande galardón, es decir, recompensa. (10:35).

            Pero no solo se advierte, también se anima o se recuerda que hay un premio para aquellos que obedecen, que el autor de Hebreos indica con las claves para tener la victoria, como son la fe (capítulo 11) y el ejemplo mismo de Jesús, que siendo Dios también fue hecho hombre y padeció en su condición humana, pero que aún venció. Jesús mismo también miró hacia adelante y en su galardón, “el gozo puesto delante de él”, que resulta de un Dios que nos ama hasta la muerte, mirando el resultado de su sacrificio, nuestra salvación. (12:2).

     Todavía queda una advertencia final, añadida a aquel que conoce la verdad y no la obedece: El de aquella persona que aun sabiendo que es  puede ir adelante por sus propios esfuerzos sino por gracia, y que  esto es posible por medio de la fe (13:20) y por la obra de Cristo y vencer (13: 21),  aún así, se rechace las bendiciones de Dios, y su misma presencia:  “Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles” (12:22).

     El capítulo 13 entiendo que  es un punto y aparte del discurso de Hebreos hasta ahora, parece más bien un añadido práctico de la vida cristiana, que bien puede ser resultado de la obediencia, y de los frutos de aquel que verdaderamente cree, y por tanto lleva a la praxis y demuestra su condición de creyente por sus obras.

José Antonio Cervero 2019

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