El hijo pródigo
Había una vez un padre que tenía dos hijos. Cuando el hijo menor alcanzó la mayoría de edad, decidió pedirle a su padre que le diera su parte de la herencia. Concediendo la petición de su hijo, el padre le entregó su parte y el joven emprendió un viaje a otro país. Allí, se dejó llevar por una vida de lujo y derroche, malgastando toda su fortuna en placeres innecesarios.
Después de dilapidar todo su dinero, el hijo menor se encontró en una situación desesperada. Apenas lograba sobrevivir trabajando como cuidador de cerdos y experimentó el hambre y la miseria en su máxima expresión. En ese momento de profunda reflexión, decidió regresar a su padre y pedirle perdón por su conducta irresponsable. Esperaba ser aceptado solo como un siervo en la casa de su padre. Sin embargo, lo que ocurrió a continuación fue sorprendente y desconcertante para él y su hermano mayor.
Cuando el hijo pródigo regresó, su padre lo recibió con los brazos abiertos y una gran celebración. A pesar de sus errores y faltas, el amor incondicional del padre no conocía límites. Esta historia, que Jesús contó como una parábola, nos enseña sobre el amor que Dios, nuestro Padre celestial, tiene por cada uno de nosotros. Aunque todos hemos pecado y cometido errores, al igual que el hijo pródigo, es asombroso y reconfortante saber que Dios está dispuesto a aceptarnos de nuevo.
El contexto
Es esencial tener en cuenta el contexto del pasaje bíblico para comprender mejor su significado, y esto se aplica a la parábola del hijo pródigo. En Lucas 15:1-2, vemos a los fariseos y escribas criticando a Jesús por relacionarse y comer con pecadores. Estos líderes religiosos judíos del primer siglo no consideraban apropiado que una persona de Dios interactuara de esa manera con aquellos que no eran considerados justos.
La acusación de los fariseos y escribas preparó el escenario para tres parábolas, siendo la tercera de ellas la parábola del hijo pródigo, en las que Jesús enseña a estas autoridades judías y a nosotros en la actualidad cómo trata Dios a los pecadores.
Tomemos un ejemplo visual: Imagine una escena en la que Jesús está compartiendo una comida con personas consideradas «pecadoras» por la sociedad de esa época. Los fariseos y escribas los miran con desaprobación, señalando con el dedo y murmurando. Esta ilustración nos ayuda a comprender el trasfondo y la controversia que rodea la parábola del hijo pródigo.
La primera parábola, la de la oveja perdida (Lucas 15:4-7), nos muestra a un pastor que tiene cien ovejas. Cuando pierde una de ellas, deja las otras 99 y va en busca de la que se ha perdido. Después de encontrarla, celebra con sus amigos y vecinos.
En esta parábola, el pueblo de Dios es representado por las ovejas y el pastor por Dios mismo. Visualicemos la imagen de un pastor con su rebaño de ovejas. Cuando encuentra a la oveja perdida, la carga en sus hombros y regresa alegremente al rebaño. Esta imagen nos transmite el cuidado y la preocupación de Dios por cada persona perdida.
La segunda parábola es sobre una mujer que pierde una de sus diez monedas de plata. Enciende una lámpara, barre y busca cuidadosamente en toda su casa hasta encontrar la moneda perdida. Al encontrarla, también celebra con sus amigos y vecinos (Lucas 15:8-10).
Aquí, podemos imaginar a la mujer con la lámpara en una mano y una escoba en la otra, buscando diligentemente la moneda perdida. Cuando finalmente la encuentra, su rostro se ilumina de alegría. Esta ilustración nos muestra la importancia que Dios da a cada persona y cómo se regocija cuando encuentra a aquellos que estaban perdidos.
Estas parábolas tienen un tema común: la alegría y el regocijo cuando lo que estaba perdido es encontrado. Hay una progresión numérica y de valor en las parábolas, desde una centésima parte a una décima, y finalmente, a un hijo perdido. Esto resalta la importancia y el valor que Dios atribuye a cada individuo.
Las tres parábolas de Lucas 15 responden a la pregunta planteada por las autoridades judías y representada por el hermano mayor en la tercera parábola: si era apropiado o no que Jesús se relacionara con pecadores. Estas parábolas muestran que a Dios sí le importa la humanidad y se regocija cuando los pecadores son rescatados de sus problemas, y así también deberíamos hacer nosotros.
La razón de la celebración y la aceptación se encuentra en el arrepentimiento. Jesús afirmó que hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. La parábola del hijo pródigo ilustra este arrepentimiento cuando el hijo reconoce su error y regresa humildemente a su padre.
Visualicemos la imagen de un padre amoroso abrazando a su hijo pródigo arrepentido, mientras los ángeles y la familia espiritual celebran en el cielo. Es una representación de la gracia y el amor incondicional de Dios hacia aquellos que se arrepienten y buscan su perdón.
Estas ilustraciones nos ayudan a comprender la enseñanza profunda de las parábolas y la razón detrás de la celebración divina. Nos muestran el amor y la misericordia de Dios hacia los pecadores arrepentidos y nos invitan a regocijarnos y compartir esa misma actitud de amor y aceptación.
Hablando de la parábola de la oveja perdida, Jesús explicó: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (v. 7). Y más adelante, al hablar de la parábola de la moneda perdida, dijo: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (v. 10).
Al continuar con el tema del arrepentimiento, vemos lo que el hijo pródigo le dijo a su padre cuando regresó: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (v. 21). El regocijo de Dios el Padre y su familia espiritual, que incluye a los ángeles, es producto del arrepentimiento.
Arrepentimiento: un tema central en la enseñanza de Cristo
Jesús enfatizó el arrepentimiento no solo en las parábolas del hijo pródigo y las que la preceden en Lucas 15, sino también a lo largo de su ministerio. El arrepentimiento era un tema recurrente en sus enseñanzas.
Cuando Jesús comenzó su ministerio público, proclamó: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado» (Mateo 4:17). Esta llamada al arrepentimiento reflejaba la importancia de cambiar de rumbo y apartarse de los caminos erróneos.
En otra ocasión, Jesús resumió sus enseñanzas clave al decir: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Marcos 1:15). Aquí, nuevamente, enfatizó la necesidad de arrepentimiento como parte esencial de creer en el mensaje del evangelio.
Además, Jesús mencionó la importancia del arrepentimiento en situaciones de tragedia y muerte repentinas. En dos ocasiones, cuando se informó de personas que murieron en circunstancias inesperadas, Jesús destacó: «…sino os arrepentís, todos pereceréis igualmente» (Lucas 13:3, 5). Estas advertencias enfatizaban la urgencia de arrepentirse y volverse a Dios mientras haya tiempo.
Dado que el arrepentimiento es un tema fundamental para aquellos que desean formar parte de la familia eterna de Dios, no es sorprendente que Jesús incluyera esta enseñanza en la parábola del hijo pródigo y en las parábolas anteriores en Lucas 15. El mensaje central de estas parábolas es que el arrepentimiento trae restauración y alegría tanto en el cielo como en la vida de las personas que se vuelven a Dios
El título de la parábola
Cuando examinamos los nombres que se les han dado a las parábolas de Jesús, nos damos cuenta de que no necesariamente son los nombres que Cristo les dio. La Biblia no nos proporciona nombres específicos para estas parábolas. Los seres humanos les hemos asignado nombres que nos ayudan a identificarlas y recordarlas.
La parábola del hijo pródigo no es un nombre inapropiado, ya que sí nos ayuda a recordar la enseñanza de Cristo en esta historia. Sin embargo, esta parábola podría haber recibido un nombre diferente. Según el Expositor’s Bible Commentary, se podría haber llamado igualmente la parábola del padre desconsolado, ya que toda la historia gira en torno a este personaje, mencionándolo de una forma u otra al menos 12 veces.
Jesús dijo que había venido a revelar al Padre (Mateo 11:27; Lucas 10:22), y la parábola del hijo pródigo realmente cumple con ese propósito. En verdad, tenemos un Padre Celestial que anhela profundamente que cada uno de nosotros se arrepienta de sus pecados para que podamos formar parte de su familia eterna.
La parábola del hijo pródigo es una historia maravillosa y sorprendente. Sin embargo, lo más importante que a menudo pasa desapercibido en su mensaje es la necesidad de que todos nos arrepintamos. El llamado al arrepentimiento es una enseñanza fundamental y recurrente en las palabras de Jesús, y esta parábola no es una excepción.
LA PARÁBOLA
I. El Desperdicio de la Herencia (Lucas 15:11-13)
En primer lugar, veamos cómo el hijo menor pide su parte de la herencia y se adentra en una vida de excesos y derroche. Esta elección imprudente nos muestra la rebeldía y el alejamiento del hijo hacia su padre. La palabra griega para «desperdiciar» en el versículo 13 es «diaskorpizō», que significa dispersar o dispersarse en muchas direcciones. El hijo pródigo dilapidó su riqueza, disipándola en placeres temporales y vacíos.
II. El Arrepentimiento y el Regreso (Lucas 15:14-20a)
El punto de inflexión llega cuando el hijo pródigo se encuentra en una situación desesperada, trabajando como cuidador de cerdos y enfrentando hambruna. Es entonces cuando reflexiona sobre sus acciones pasadas y decide regresar a su padre. La palabra griega utilizada para «arrepentirse» en el versículo 17 es «metanoeō», que implica un cambio completo de mente y una nueva dirección en la vida.
III. La Reacción del Padre Amoroso (Lucas 15:20b-24)
La respuesta del padre a la vuelta de su hijo es extraordinaria y llena de amor. Mientras el hijo pródigo aún estaba lejos, su padre lo vio y corrió hacia él. La palabra griega utilizada para «correr» en el versículo 20 es «trechō», lo cual implica una acción rápida y decidida. El padre muestra una gracia y una compasión que desafían toda expectativa. No solo lo recibe con alegría, sino que también lo honra con un anillo y un festín.
IV. La Actitud del Hermano Mayor (Lucas 15:25-32)
Sin embargo, la historia no termina con la reconciliación del hijo pródigo. El hermano mayor, en lugar de celebrar, se muestra resentido y enojado. Su actitud revela una falta de comprensión del amor y la gracia del padre. La palabra griega utilizada para «enojarse» en el versículo 28 es «orgizomai», que implica un enojo vehemente y una ira profunda.
La reacción del hermano mayor en la parábola del hijo pródigo tiene implicaciones teológicas importantes. El hermano mayor representa a aquellos que han sido fieles y obedientes a Dios, pero que a veces pueden caer en actitudes de orgullo, autosuficiencia y falta de compasión hacia los pecadores que se arrepienten.
El hermano mayor se siente agraviado y resentido cuando ve que su padre celebra y acoge con alegría al hijo pródigo que regresa después de haber malgastado su herencia. Él se considera a sí mismo como alguien que ha trabajado duro y ha cumplido con sus responsabilidades, y no entiende por qué su padre muestra tanto amor y gracia hacia su hermano menor. Esta actitud revela una falta de comprensión del amor incondicional de Dios y de su disposición a perdonar y recibir a los pecadores arrepentidos.
Teológicamente, la reacción del hermano mayor en la parábola nos enseña varias lecciones importantes:
1. El peligro del legalismo: El hermano mayor cae en una mentalidad legalista, enfocándose únicamente en sus propias acciones y méritos, y juzgando a los demás en base a sus logros. Esta actitud muestra una falta de comprensión de que la salvación es por gracia y no por obras (Efesios 2:8-9).
2. La necesidad del arrepentimiento propio: El hermano mayor no reconoce su propia necesidad de arrepentimiento y perdón. A veces, aquellos que han sido fieles durante mucho tiempo pueden caer en una actitud de autosuficiencia espiritual, olvidando que también son pecadores necesitados de la gracia de Dios.
3. La importancia de la compasión y la misericordia: El hermano mayor carece de compasión hacia su hermano y no muestra disposición de perdonarle. Esta actitud contrasta con el amor y la misericordia que el padre muestra hacia el hijo pródigo. Nos enseña la importancia de tener un corazón compasivo y perdonador hacia aquellos que se arrepienten y buscan la reconciliación con Dios.
Conclusión:
la parábola del hijo pródigo nos revela la profunda verdad de que nuestro Padre Celestial está esperando pacientemente por nosotros, anhelando que nos arrepintamos y regresemos a su amor. Como el hijo pródigo, podemos encontrar perdón, restauración así como paz y gozo en Dios. También debemos examinar nuestras actitudes y evitar caer en la trampa del resentimiento o la falta de comprensión, como el hermano mayor.
Recordemos siempre que el amor y la gracia de nuestro Padre son inagotables. Él está dispuesto a recibirnos en sus brazos, sin importar cuán lejos hayamos estado o cuántos errores hayamos cometido.
VERSICULOS FINALES
1. Juan 4:8-9 (RV60): «El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.»
2. 2 Pedro 3:9 (RV60): «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.»
3. Juan 3:16 (RV60): «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna.»
4. Hechos 3:19 (RV60): «Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.»
5. 1 Timoteo 2:3-4 (RV60): «Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.»
Oremos juntos: Señor, gracias por tu amor incondicional y tu misericordia abundante. Ayúdanos a comprender la profundidad de tu gracia y a vivir vidas de arrepentimiento y reconciliación. Que podamos reflejar tu amor a aquellos que nos rodean. En el nombre de Jesús, Amén.
José A. Cervero 2023
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