La Conciencia. ¿Algo molesto?

La Conciencia. ¿Algo molesto?

Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

Eclesiastés 12:14



El hombre tiene una conciencia: siente más o menos vergüenza cuando hace algo malo, y se siente satisfecho cuando hace el bien. Pero alguien dirá: el bien y el mal son nociones muy relativas. Sin embargo, todos poseemos una referencia interior a la que nuestro comportamiento es confrontado continuamente.

La conciencia permite hacer la diferencia entre el bien y el mal; nos advierte cuando hacemos algo malo. Y nuestra memoria siempre está lista para sacar a la luz las acciones más miserables de nuestro pasado. Mediante todo tipo de actividades o de prácticas religiosas, el hombre trata de acallar la voz de una conciencia cargada, pero generalmente no lo consigue. Esta voz no lo deja tranquilo, le produce malestar, turba su mirada, su sueño… Comprende que hay una justicia que lo supera, y que un día tendrá que rendir cuentas ante su Creador.


En el plano moral, la conciencia tiene la misma función que el dolor en el plano físico, es decir, nos advierte sobre la urgente necesidad de consultar al gran Médico del alma: Dios.

Él nos dejó su Palabra, la Biblia, mucho más segura que nuestra conciencia.

Ella nos revela la verdad perfecta, divina, inmutable, que viene de arriba y no del hombre (Juan 17:17). Para el que la recibe con fe, es la luz que viene a iluminar, «a nivelar» nuestra conciencia para ver las cosas como Dios las ve, para juzgarlas y apreciarlas como él.


Iluminada de este modo, la conciencia dirige nuestros pensamientos y nuestras acciones en armonía con Dios.


LA BUENA SEMILLA

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