1 Juan 5:16 nos dice:
“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida»
En el versículo se habla de pecado de muerte, ahora bien, habría que distinguir que entendemos por “pecado de muerte”, ya que la Biblia habla de la muerte física y otra muerte, llamada “muerte segunda” o muerte espiritual, es decir, la separación eterna de Dios. En Apocalipsis 20:14 dice, “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.”, hablando de la muerte, pero también de aquellos que no obedecen a Dios y sus mandamientos, como consecuencia de no haber sido salvados por Cristo Jesús, “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8), de hecho Apocalipsis empieza con esta advertencia espiritual, “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (Apocalipsis 2:11).
Ahora bien, nos preguntamos si existe algún pecado que no pueda ser perdonado y que conduzca inevitablemente a la perdición espiritual, si miramos los evangelios, el mismo Señor Jesús habló de ello:
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. (Mateo 12:31-32).
Es decir cualquier pecado podrá ser perdonado, pero aquí en el contexto la blasfemia, es decir ir en contra de Dios, significa ir en contra de Dios mismo, de su Hijo Jesús y del Espíritu Santo, es decir en contra del Dios Trino, como dijo Jesús: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” (Mateo 12:30).
Después de decir esto, como vemos en el versículo de 1 de Juan, el apóstol habla a “hermanos”, entendemos por tanto que habla a creyentes. Serían por tanto creyentes que pudiesen pecar de tal manera que pudieran perder su salvación; Ahora bien si estos creyentes no están rechazando a Cristo Jesús, ya que creen en Él, lo que quizás estén haciendo es no obedecer a Dios en tal extremo grave, cometiendo un pecado que sea importante para su vida y la comunidad y por tanto como dice la Biblia, podrá ser disciplinado, “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? “(Hebreos 12:6-7), también en 1 Corintios 11:29-30, “Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.[1]
Como en el caso que vemos en Hechos, de Ananías y Safira, estos pecaron gravemente contra Dios y contra la iglesia y ambos murieron físicamente, entendemos que no espiritualmente si fueron verdaderos creyentes. Entendemos por tanto que existen pecados que dañan tanto a la persona, la iglesia o al testimonio de estos, que Dios puede disciplinar incluso hasta la muerte física del creyente.
Otra interpretación posible sería que “el pecado de muerte” fuese “la práctica del pecado”, es decir conforme al contexto de 1 de Juan, existen falsos maestros que en realidad no fueron nunca creyentes. En esta interpretación, la palabra “hermanos” no se ceñiría sólo a los creyentes sino a todos los miembros de la comunidad, donde había tanto creyentes como falsos maestros no salvos. Aquí por tanto la oración es para arrepentimiento.
Lo que está claro que el rechazo del evangelio tiene una consecuencia de muerte espiritual, al igual que el Antiguo Testamento los que rechazaban el pacto de Dios son repudiados[2], en el Nuevo Testamento, son rechazados, es decir no entrarán en el descanso de Dios:
“Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. (Hebreos 4:1-2, RV60).”
Sea que experimentemos las consecuencias físicas del pecado si somos creyentes o que experimentemos la separación de Dios (muerte espiritual) si no creemos en el Hijo de Dios, y no aceptamos su salvación, el pecar siempre tiene consecuencias por las cuales el apóstol Juan nos pide que oremos, bien para mitigar las consecuencias en caso de muerte física apelando a la misericordia de Dios, bien apelando a la insistencia y misericordia de Dios que desea que todos se salven, “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
[1] Craig L. Blomberg, De Pentecostés a Patmos: Una introducción a los libros de Hechos a Apocalipsis. Biblioteca Teológica Vida. (Miami: Editorial Vida, 2012), 549.
[2] Thomas L. Constable. Notas sobre 1 de Juan, (Sonic Light, 2003), 57.
José A. Cervero 2019
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